La desigual distribución de roles al interior de muchos hogares en Chile ha perpetuado el rol de la mujer como “portera alimentaria” designación que hemos otorgado a quienes dedican gran parte de su tiempo a pensar en lo que se va a cocinar cotidianamente, a gestionar la compra de los productos que se necesitan y a prepararlo, sumado al servicio, la limpieza y administrar el desecho o la reutilización de los desperdicios. Es decir, la portera alimentaria, es la encargada de realizar todas las labores vinculadas al comer y que son una serie de actividades que implican dedicación, planificación, organización, ejecución, que toma tiempo, esfuerzo, saberes y recursos. En ese sentido, la portera alimentaria realiza un trabajo diario que en nuestro sistema actual adolece de reconocimiento y valoración.
La alimentación se propone como ángulo de observación en la reproducción de la división sexual del trabajo y desde nuestra investigación realzan el género como determinante estructural de la salud, al constatar la fusión entre el rol de “portera alimentaria” y la de responsable de la salud nutricional de las personas que integran el hogar, generando una sobrecarga de tareas y una sobreexigencia que determina un deterioro del bienestar y la salud de las mujeres.
Muchas intervenciones, programas y políticas públicas pueden contribuir a profundizar desigualdades (o por el contrario contribuir a superarlas). La citada investigación invita a poner atención en esta descompensación de exigencias hacia las mujeres, y avanzar en el diseño e implementación de intervenciones y políticas distintas a las tradicionales, que evalúen críticamente la estrategia de dirigir única o principalmente a ellas los mensajes e intervenciones orientados a la familia, las infancias y la comunidad en general, bajo el supuesto de que al ser “porteras alimentarias”, deben ser también las corresponsables del éxito (o fracaso) de los programas alimentario-nutricionales.
Con el objetivo de evitar dinámicas sexistas en las políticas de salud alimentario-nutricionales, proponemos desmenuzar las múltiples funciones de la “portera alimentaria”, de modo que todas las tareas y el tiempo asociados a la alimentación se vuelvan visibles, para luego identificar o formular nuevos patrones de organización más igualitarios y colaborativos entre los/as integrantes de un mismo hogar, incluyendo especialmente a los hombres, y con ello alcanzar dinámicas más justas en la distribución de tareas relacionadas con la alimentación, adscribiendo al mensaje número 8 de las actuales Guías Alimentarias Chilenas (MINSAL 2023) “comparte las tareas de la cocina, disfrutando de preparaciones nuevas y tradicionales” que justamente apuesta por una mejor redistribución del quehacer en el trabajo de la alimentación.
En este día de la mujer queremos reconocer a las “porteras alimentarias” de nuestro país y agradecerles ese rol muchas veces invisible o desvalorizado que cumplen en nuestro diario vivir, pero también llamarlas a promover y permitir la delegación de sus múltiples tareas en pos de su propio cuidado y derechos, porque tal como dice el refrán: “Comienza por casa”, localizando a la casa (tal como hizo décadas atrás nuestra querida Julieta Kirkwood) y ahora, a las cocinas como pilares de la transformación y de una democratización profunda.
Por: Carolina Franch Maggiolo y Lorena Rodríguez Osiac
Publicado originalmente en El Mostrador