El 26 de noviembre de 2021, la Organización Mundial de la Salud designó a la variante B.1.529, como una variante de preocupación, dándole el nombre de Ómicron ¿Por qué es de preocupación? Porque presenta mutaciones que le dan ventaja para transmitirse con mayor facilidad y presenta a su vez mayor riesgo de reinfección, lo que ha causado que reemplace a las variantes previas y logre duplicar los casos en poco tiempo. También se ha observado que logra transmitirse entre personas vacunadas o que han tenido previamente la enfermedad, sugiriendo que logra evadir en parte la respuesta inmune. De todas formas, el riesgo absoluto de infección sigue siendo mucho menor en personas vacunadas, confirmando la utilidad de la inmunización.
En la última semana, los casos en el mundo aumentaron en un 55%, alcanzando los 304 millones y más de 5,4 millones de fallecidos reportados. En las Américas los casos aumentaron en un alarmante 78%, y lamentablemente también aumentaron las personas fallecidas en un 26%. Este aumento sostenido preocupa por la gran carga asistencial que implica, especialmente en los centros de atención primaria, conllevando el riesgo de no poder brindar atención oportuna a todas las personas que lo requieran, ya sea por Covid-19 o por otras causas.
En este contexto de alerta, y ante la posibilidad de confinamiento más estrictas, las medidas a tomar no son muy distintas de las que ya están en curso, pero deben redoblarse los esfuerzos, ya que el largo periodo de pandemia produce cansancio y una natural tendencia al abandono de las acciones preventivas.
A nivel de los países, es crucial que sigan compartiendo sus datos de vigilancia epidemiológica y genómica, para comprender mejor las dinámicas de transmisión y adelantarnos al comportamiento del virus. Otro elemento, sin duda, es fortalecer la atención primaria, entregar recursos adecuados y regularizar contrataciones de equipos de salud. También está la continuidad de la campaña de vacunación, y, con ello, la promoción de mayor equidad en la distribución de dosis para todos los países (en África solo el 7% de las personas han recibido vacunas, versus el 70% de las personas en países de altos ingresos).
A nivel individual, las personas debemos mantener el uso de mascarilla, de buena calidad, bien ajustadas a la cara, cubriendo boca y nariz y cambiarlas cuando corresponda, minimizar la exposición al virus, evitando los espacios cerrados con aglomeración de personas y por supuesto, el lavado de manos frecuente. La pandemia aún no ha terminado y debemos seguir haciendo esfuerzos para hacerle frente en forma efectiva.
Por: María Paz Bertoglia y Lorena Rodríguez, académicas de la Escuela de Salud Pública, Universidad de Chile
Publicado originalmente en La Tercera