La leche es un alimento de alto valor nutricional y supone una ventana de oportunidad para la mejora o mantenimiento del estado nutricional y de salud, sin embargo, su consumo a nivel mundial ha aumentado a una menor velocidad si se compara con otros alimentos como por ejemplo la carne y los huevos, los cuales han triplicado y quintuplicado su consumo respectivamente desde 1960.
Chile no escapa de esta tendencia, según lo reportado en la Encuesta de Consumo Alimentario (ENCA, 2010), menos del 25% de la población señaló consumir tres porciones de lácteos al día y en los últimos años se ha observado un aumento en el consumo de bebidas vegetales
Desde el año 2001, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) instauró la celebración del Día Mundial de la Leche la cual se lleva a cabo cada primero de junio. Esta iniciativa tiene como propósito el reconocer los beneficios de la leche y sus derivados en la salud, así como resaltar el potencial de este alimento en el desarrollo económico y social de los territorios.
Desde la implementación de este día, más de 40 países se han unido a esta iniciativa, incluyendo Chile que es un país de larga trayectoria en acciones enfocadas al aumento del consumo de lácteos. A principios del siglo XX se instauran “Las Gotas de Leche”, iniciativa privada que buscaba estimular la lactancia materna y proporcionar alimentación artificial cuando fuese necesario a niños y niñas vulnerables, con el propósito de disminuir las altas tasas de desnutrición y mortalidad infantil que se evidenciaban en el Chile de esa época.
Con la promulgación de la “Ley de Seguro Obrero Obligatorio” en 1937 y la creación del Servicio Nacional de Salud en 1952, la entrega de leche se consolida como vehículo de salud para la población materno-infantil.
Otra acción que marcó un hito en el consumo de lácteos fue la famosa medida de “El medio litro de leche” del Programa de Gobierno Popular de Salvador Allende, la cual tuvo varios desafíos en su implementación como fue la importación de leche, así como la generación de incentivos para aumentar la producción nacional.
Posteriormente por Ley se establecieron los programas de alimentación complementaria (Programa Nacional de Alimentación Complementaria y el Programa de Alimentación Complementaria del Adulto Mayor) que tenemos en la actualidad en el país y que han contribuido a una mejor calidad en la alimentación de nuestra población, adecuando su composición nutricional a las necesidades nutricionales y a la evidencia científica.
Por esto, se consideran los lácteos como matrices alimentarias ideales para aumentar la ingesta de determinados nutrientes debido a sus características y facilidad para ser incluidos en la dieta de las personas.
En este sentido, las Guías Alimentarias para la población chilena han enfatizado desde siempre la necesidad de consumir lácteos en todas las etapas de la vida.
Sin embargo, al hablar del consumo de lácteos también debe ser analizado el eje de sustentabilidad, articulando la salud humana con la salud ambiental. Evidencia reciente señala que el sector lácteo a nivel mundial representa aproximadamente el 5% de las emisiones de gases de efecto invernadero, el 10% de la eutrofización y el 5% de la acidificación de los suelos.
Teniendo en cuenta este escenario, el utilizar materias primas de menor impacto ambiental para la elaboración de forrajes o aumentar el tiempo en pastos naturales podría disminuir efectos indeseados en la etapa de obtención de la leche.
Así mismo, optimizar las rutas de transporte, modificar los envases, sustituyendo el uso de plásticos u otros materiales disminuiría el agotamiento de recursos en la etapa de comercialización de lácteos.
Por último y no menos importante, como consumidores de lácteos, el planificar la compra para evitar el desperdicio de alimentos y reciclar los envases haría más eficiente y tendría un menor impacto ambiental el consumo de estos alimentos.
Por: Sandra López Arana
Publicado originalmente en elMostrador