Los alimentos que consumimos día a día se vuelven nuestro hábito alimentario, el que definirá, entre otras cosas, nuestro estado de salud. Sin embargo, el comer muestra acciones, protocolos y costumbres arraigadas en nuestra sociedad que se relacionan con el estrato socioeconómico y cultural de las personas. En ese sentido, el gusto por ciertos alimentos obedece a una construcción social (1,2).
De esta forma los alimentos comunican por sí solos información con características sociales y culturales (3). Por esta razón, es importante conocer los significados que le otorgamos a los alimentos, porque así seremos conscientes del tipo de alimento que consumimos y sus efectos en nuestra salud. Se ha evidenciado la existencia de un efecto “halo” – en su acepción de círculo de luz en torno a un cuerpo – que se traduce en ideas o creencias que rodean a un alimento, lo cual se evidencia tanto en productos naturales como ultraprocesados. Este efecto halo puede ser positivo o negativo para su consumo. Sin embargo, siempre irá más allá del propio producto. Este obedece a una construcción social, la cual responde, a su vez, a la publicidad del producto.
En nuestro país, el año 2012 se promulgó la ley 20.606 sobre composición nutricional de los alimentos y su publicidad. Esta medida ha modificado la percepción de la población sobre ciertos productos y también motivó a la industria de alimentos a gestionar cambios en sus procesos productivos (4). Este cambio por parte de la industria alimentaria generó el aumento de alimentos ultraprocesados “sin sellos” que, por medio de la modificación de ingredientes, logró disminuir la concentración de nutrientes críticos como el azúcar, sal y grasas saturadas.
Sin embargo, la ausencia de estos ingredientes no siempre significa una mejora en la calidad nutricional de los productos. Las altas concentraciones de edulcorantes, espesantes, harinas refinadas, entre otros, junto a la ausencia de fibra, vitaminas, minerales, grasas saludables o proteínas, hacen que estos productos persistan con efectos nocivos para la salud, escapando de las características saludables publicitadas y sostenidas por la sociedad. Este es un claro ejemplo de cómo el efecto halo de alimentos “libres de sellos”, nos hace percibir un producto como saludable, pudiendo no serlo. Otro ejemplo de esto es la paradoja muchas veces escuchada acerca del consumo del plátano o banana, una fruta que aporta vitaminas, minerales y fibra. El plátano es muchas veces no consumido por su alta concentración de azúcar, la cual está presente de forma natural en el alimento, en menor cantidad que la mayoría de los productos ultraprocesados y sus efectos “nocivos” resultan menores al estar acompañado de fibra.
El efecto halo de estos productos ultraprocesados “sin sellos” promueve su consumo en una población que busca en la oferta disponible de alimentos las opciones más saludables. Sin embargo, muchas veces deja de lado opciones nutritivas y saludables que no poseen publicidad como tal.
Resulta fundamental erradicar a nivel social y cultural ciertas creencias que pueden llevar a la elección equivocada de alimentos por parte de las personas, así como fomentar el pensamiento crítico y replantear de forma consciente los factores que van definiendo nuestra conducta alimentaria. Por otro lado, la industria alimentaria debe procurar crear alimentos inocuos, con menor procesamiento. De esta manera, es necesario volver a priorizar y disfrutar el consumo de alimentos de origen natural, mínimamente procesados y de elaboración propia. Rompiendo con algunas realidades discursivas en torno a la alimentación y el halo de luz de ciertos productos.
Referencias bibliográficas
- Bourdieu, P. (1998). La distinción, criterios y bases sociales del gusto. Madrid: Taurus.
- Montanari, M. (2004). La comida como cultura. En M. Montanari, La comida como cultura. España: Trea (pág. 55).
- Poulain, J.-P. (2019). Sociologías de la alimentación, los comensales y el espacio social y alimentario. Barcelona: Universitat Oberta de Catalunya.
- Barahona, N, Otero C, Otero S. Equilibrium Effects of Food Labeling Policies (2020).http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.3698473
Publicado originalmente en DNUT