Cuando el presidente del Comité Paralímpico de Chile, Sebastián Villavicencio, destacó las 16 medallas de oro y un total de 51 preseas hasta la fecha del Team Chile en los Juegos Parapanamericanos de Santiago 2023, también destacó otro elemento importante: “Teníamos varios objetivos: uno de ellos era llegar a mucha cantidad de gente, que las personas conocieran el deporte paralímpico; y se ha conseguido”.
Esta perspectiva amplía la mirada sobre un tema muy en boga últimamente, el legado de políticas públicas. ¿Cuál es el legado de Santiago 2023? la respuesta tentadora es reducir la evaluación al aumento sustantivo de infraestructura deportiva. También, se pueden considerar las jornadas de capacitación y difusión de información de deportes paralímpicos.
Sin embargo, el cambio de mirada sobre las políticas deportivas y de actividad física adaptadas en Chile debe ser considerada como parte del legado. Especialmente porque estos juegos no sólo fueron una exhibición de destrezas atléticas y determinación, sino también una poderosa plataforma para abogar por la inclusión y cambiar la percepción social hacia la discapacidad en nuestra sociedad. Este evento deportivo no sólo ha dejado un impacto en el ámbito deportivo, sino que también plantea la urgente necesidad de incorporar la discapacidad de manera integral en la agenda de políticas públicas en Chile, a nivel central, regional y comunal.
Los territorios tienen un rol clave en implementar estas políticas en el futuro. Aún contamos con brechas sustanciales en cómo se distribuye dentro y entre regiones el equipamiento público y deportivo, especialmente el accesible. Espacios accesibles para ello, facilita el desarrollo de actividad física y deportes de alto rendimiento, facilita poner las palabras donde están las acciones. Se requiere ampliar la inversión en instalaciones deportivas accesibles y la incorporación de programas de educación física/actividad física que consideren la discapacidad/diversidad funcional en las escuelas, espacios culturales o laborales. Estos son pasos esenciales para fomentar la participación activa en distintas etapas de la vida en todos los espacios, no “sólo en espacios de personas con discapacidad”. Sin duda, la Subsecretaría de Desarrollo Regional y el Servicio Nacional de la Discapacidad pueden seguir aportando de manera relevante en este tema.
A su vez, la política tiene un rol clave en diseñar e implementar estos programas. Los gobiernos regionales y municipales cuentan con atribuciones para incorporar en su orgánica y diseño de gestión este tema como parte de un tema relevante. Es clave pasar de los hitos comunicacionales y actividades a un legado organizacional, superando la dependencia de estas instancias a fondos concursables, hacia contar con financiamiento orgánico para reducir las inequidades que viven las personas con discapacidad en este campo. En ese sentido, Ministerios como del Deporte junto al de Desarrollo Social y Familia tienen roles claves. La acción no se puede limitar a la oficina de discapacidad, problemas complejos requieren respuestas complejas e intersectoriales.
Finalmente, la consideración de esta agenda en políticas de soberanía y seguridad alimentaria junto a actividad física y deportes puede ser un aporte innovador. Incorporar toda esta visibilidad para adaptar estrategias de promoción de estilos de vida saludable desde la diversidad funcional es una oportunidad que no podemos perder. La creación de entornos accesibles y adaptación de programas de prevención y promoción de estilos de vida saludables deben ser prioridades para facilitar la plena participación de las personas con discapacidad en la sociedad. Esto no implica crear programas paralelos, sino incorporar ajustes necesarios en los programas actuales que personas con discapacidad requieren de la red de salud. O bien, incorporar la discapacidad en diseños de programas como bancos de alimentos o alimentación en espacios educativos. El rol de Elige vivir sano, JUNAEB y el Ministerio de Salud puede ser fundamental.
Se debe considerar la diversidad de las personas en situación de discapacidad. Los distintos orígenes -físicos, sensoriales o cognitivos- no sólo requieren que se les pueda reconocer de manera paralela, sino que también requiere reconocer su experiencia de trabajo y diversas necesidades. En este campo no hay recetas, pero hay una receta segura que ha funcionado desde el marco del desarrollo inclusivo: Diseñar, implementar y evaluar con las mismas personas con discapacidad, a través de procesos participativos vinculantes o liderando dichos espacios, especialmente facilitando que sean quiénes puedan organizar esas actividades junto a sus comunidades.
En conclusión, Santiago 2023, especialmente los parapanamericanos, han dejado un legado transformador que debe convertirse en políticas y llamado de atención para la inclusión integral de la discapacidad en la agenda de políticas públicas en Chile. Es el momento de aprovechar este impulso positivo para construir una sociedad más justa, equitativa y accesible, donde la diversidad sea celebrada y las personas con discapacidad tengan las mismas oportunidades para llevar una vida plena y activa. Porque cuando las condiciones están, las personas con discapacidad, pueden participar en igualdad de oportunidades. Un legado que no deja a nadie atrás.
Por: Álvaro Besoain Saldaña
Publicado originalmente en columnas Cooperativa