Estamos en octubre, conocido también como el mes de la prevención del cáncer de mama. El cáncer es la segunda causa de muerte en Chile, correspondiendo al 23,3% de las defunciones totales, después de las enfermedades cardiovasculares. Para hombres, el 66,8% del total de las muertes por cáncer se deben al cáncer de estómago, próstata, pulmón, colon, hígado, vesícula biliar y páncreas. En las mujeres, 68,1% del total de las muertes por cáncer está dado por el cáncer de vesícula y vías biliares, mama, estomago, tráquea, bronquios y pulmón, colon, cuello uterino, páncreas e hígado.
Existe evidencia y consenso de que el cáncer es un problema de salud prevenible y que hay factores nutricionales y ambientales que inciden en la aparición de cánceres en diferentes localizaciones. Desde el Grupo Transdisciplinario para la Obesidad de Poblaciones (GTOP), aprovechamos esta fecha para resaltar que entre estos factores de prevención está la alimentación sana, el peso saludable, la práctica periódica de actividad física y la lactancia materna.
Muchas de las muertes por cáncer podrían evitarse mediante políticas públicas que contribuyan a cambios en la dieta, abordando los determinantes de la conducta alimentaria, del exceso de peso y del consumo de alcohol. Entre éstos destacan el nivel socioeconómico y educacional, los entornos alimentarios obesogénicos y el marketing excesivo de productos nocivos para la salud. Así como también contribuyen a la prevención del cáncer acciones para su detección precoz, por ejemplo, para prevenir el cáncer de mama, la mamografía y la ecografía mamaria son cruciales para su detección oportuna, en especial cuando existen antecedentes familiares.
La evidencia es robusta en mostrar que los factores dietarios y de composición corporal son responsables entre 30% y 40% de los cánceres. Según la última Encuesta Nacional de Consumo Alimentario (2010-2011), el 95% de la población chilena requiere cambios en la dieta, concentrándose este problema en las personas de menor nivel socioeconómico. Esta encuesta muestra un bajo consumo de frutas y vegetales, un alto consumo de sal, alto consumo de carnes rojas y carnes procesadas y bajo consumo de leche, todos éstos, factores asociados a mayor riesgo de cáncer.
Revisiones sistemáticas recientes muestran que patrones de alimentación saludable basados en una menor ingesta de carne roja, bebidas alcohólicas y sal contribuyen a una reducción en la incidencia del cáncer de colon, cáncer de hígado y cáncer de estómago.
El Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer (WCRF, por su sigla en inglés) está poniendo permanentemente al día la información sobre dieta y cáncer y la fuerza de asociación de la evidencia, lo que permite afirmar que hay pruebas sólidas de que los cereales integrales que contienen fibra dietética disminuyen el riesgo de cáncer colorrectal; que es poco probable que el betacaroteno en los alimentos o suplementos tenga un efecto sustancial sobre el riesgo de cáncer de próstata; que los alimentos contaminados por aflatoxinas aumentan el riesgo de cáncer de hígado; y que los alimentos conservados en salazón aumentan el riesgo de cáncer de estómago. En el caso de los cereales integrales, legumbres y los alimentos que contienen fibra dietética, la evidencia es consistente en demostrar que, en general, cuanto más se consume, menor es el riesgo de padecer algunos tipos de cáncer, entre ellos cáncer de colon. Concluyen que en general, un mayor consumo de verduras y frutas protegen contra la mayoría de los cánceres digestivos (boca, faringe, laringe, esófago, estómago, hígado, entre otros).
En base a lo anterior, el WCRF presenta recomendaciones para prevenir el cáncer:
- Aumentar el consumo de cereales integrales
- Verduras, frutas y legumbres, y que estos alimentos sean una parte importante de la dieta diaria habitual
- Limitar el consumo de carnes rojas y procesadas
- Evitar alimentos altos en grasas saturadas, azúcares y sodio, tales como bebidas azucaradas y alimentos ultraprocesados
- Llevar una vida activa
- Limitar el consumo de alcohol
- Promover la lactancia materna
Es imperativo desarrollar políticas públicas estructurales que aborden desde la raíz los problemas de alimentación que presenta nuestra población, así como la falta de actividad física, y el alto consumo de alcohol. Es necesario avanzar en la regulación de los ambientes alimentarios y comunitarios, tanto para mejorar la disponibilidad, como el acceso físico y económico a los alimentos saludables, y para disponibilizar espacios adecuados para la práctica de actividad física. En la misma línea de lo dietario aún quedan desafíos para favorecer la lactancia materna exclusiva los primeros 6 meses de vida y complementada en adelante. Por último y en otro importante ámbito del problema es necesario implementar medidas fiscales y legislativas para reducir el consumo de alcohol.
Por: Lorena Rodríguez Osiac y Deborah Navarro Rosenblatt
Publicado originalmente en Cooperativa